Un rey

Una tarde, un rey al que le gustaban las pieles de animales se dio cuenta de que tenía todas las pieles excepto la de tigre. Entonces mandó a un cazador para que la consiga. El cazador le dijo que la conseguiría al amanecer porque estaba oscureciendo.
Cuando el rey se fue a dormir, soñó toda la noche con su piel de tigre que tendría suave, cómoda y caliente. Cuando se despertó se quiso parar, pero se cayó. Miró sus piernas y se dio cuenta de que tenía cuatro. Él era un tigre y se encontraba en una selva.
Al amanecer tenía hambre, vio un jabalí y lo corrió. Probó su velocidad y habilidad que tenía siendo tigre. En diez segundos el jabalí estaba en el piso y él encima. Cuando se decidió a comerlo, escuchó un ruido muy fuerte. Se dio cuenta de que estaba sangrando. El cazador que él había mandado le había disparado. El rey lo miró por cuatro segundos y cayó muerto.
Nicolás Gemio

El tigre y sus sueños

Había una vez un tigre que era inferior a los demás tigres.
Él tenia un defecto, era vegetariano, por eso los demás tigres se burlaban de él. Un día esperó a que anocheciera para separarse de su manada y dijo:
–Algún día quisiera ser el dominador de los tigres así no se burlarían mas de mí.
Todas las noche pedía el mismo deseo, hasta que un día se le cumplió. Todos los tigres cumplieron sus ordenes, hasta que el tigre les dijo
–Nunca más se burlarán de un tigre por ser vegetariano porque si no los eliminaré con mis propias garras– los tigres le obedecieron la orden y todo volvió a ser normal.

Roberto Santaniello

El rey perdido en el desierto

Había una vez un rey con una mansión enorme, se llamaba Nicolás. Desde el día que nació no salía de ahí. Un día se le ocurrió salir de la mansión a pasear. Salió por el barrio. Caminando, caminando, entró a un desierto y por curiosidad, entró y se perdió.
No sabia por dónde salir empezó a caminar por un lado, por otro y por otro, hasta que encontró una casita muy chiquita y sencilla. Se acercó, tocó la puerta y atendió un señor muy anciano, que él y su familia eran los únicos que sabía salir de ahí.
Le contó quién era, cómo se llamaba y por qué estaba ahí.
El señor le dijo que sabía salir de ahí, pero debía acompañarlo a su mansión, y el rey le tenía que dar un hogar para vivir con su familia. El rey respondió que sí, que el le daba la plata y ellos buscan la casa que quieran.
El anciano lo acompañó y el rey le dio mucha plata. El anciano se quedó con la casa de al lado de la mansión y el rey en su mansión tranquilo decidió que no saldría nunca más de ahí.