Una tarde, un rey al que le gustaban las pieles de animales se dio cuenta de que tenía todas las pieles excepto la de tigre. Entonces mandó a un cazador para que la consiga. El cazador le dijo que la conseguiría al amanecer porque estaba oscureciendo.
Cuando el rey se fue a dormir, soñó toda la noche con su piel de tigre que tendría suave, cómoda y caliente. Cuando se despertó se quiso parar, pero se cayó. Miró sus piernas y se dio cuenta de que tenía cuatro. Él era un tigre y se encontraba en una selva.
Al amanecer tenía hambre, vio un jabalí y lo corrió. Probó su velocidad y habilidad que tenía siendo tigre. En diez segundos el jabalí estaba en el piso y él encima. Cuando se decidió a comerlo, escuchó un ruido muy fuerte. Se dio cuenta de que estaba sangrando. El cazador que él había mandado le había disparado. El rey lo miró por cuatro segundos y cayó muerto.
Nicolás Gemio